La Piedra de Luz (tetralogía) - Christian Jacq

Christian Jacq nos vuelve a regalar otra macrohistoria sobre el antiguo Egipto y en esta ocasión se centra en el Lugar de Verdad, la cofradía encargada de la construcción y santificación de las tumbas de los faraones del Valle de los Reyes y del Valle de las Reinas.

La historia se centra en sus tres personajes principales: Nefer el Silencioso, Clara la Mujer Sabia y Paneb el Ardiente. Alrededor de ellos tres y de una gran cantidad de personajes secundarios veremos cómo se van construyendo las tumbas, las duras normas que regían en esta cofradía y los avatares que tienen que afrontar. Se sucederán diferentes faraones, Egipto estará al borde una guerra civil y el futuro del imperio parecerá estar cerca de su fin, pero el Lugar de Verdad, regido por la ley de Maat, permanecerá incólume ante todos estos hechos.

Por supuesto no faltarán los personajes malvados que intentarán destruir el Lugar de Verdad. Para que la tumba adquiera su verdadero sentido de posada de un faraón se utiliza la Piedra de Luz, de gran poder. Un ambicioso general querrá tenerla, pero para ello deberá acabar antes con la cofradía. Lo intentará por todos los medios posibles y contando con la ayuda de un traidor que se esconde en el Lugar de Verdad y que no será desvelado hasta el último momento.

La Piedra de Luz es una tetralogía que sirve para saber muchas cosas sobre Egipto. Como siempre Christian Jacq demuestra ser un verdadero erudito sobre el mundo egipcio y recrea su vida con gran riqueza de detalles. Otra cosa es que guste su estilo de redacción. A mí particularmente no termina de convencerme. Cuenta tantas cosas que llega un momento en el que es complicado asimilarlo todo. En esta obra en concreto, en mi opinión sobran cosas. Demasiadas veces se repite el argumento de una traición para solucionarlo en tan solo 3 páginas. La impresión que queda es que no se terminan de desarrollar muchas historias. Los cuatro libros están compuestos por capítulos de 5-6 páginas (es increíble como cuadra siempre este número) en el que se inicia y se concluye algo. Esto hace que la lectura sea ágil, pero a veces demasiado, aunque pueda parecer una contradicción.

Dejando aparte este hecho, si se consigue adaptarse a este distinto ritmo de lectura, la obra merece la pena ser leída por lo mucho que enriquece.